31 de agosto de 2008

Pavlovsky: "Sin introducirse en la locura, no hay creatividad"

Me gusta estar cerca de la locura, de la ajena y de la propia. Me fascino con los defectos, las inseguridades, los problemas, las dudas, las crisis: son mi mayor afrodisíaco.
Esto es peligroso, las cabezas, volátiles, chocan y siempre duele. La condena consiste en disfrutar de ese dolor, especie masoquismo emocional y a veces físico, cuando el cuerpo habla.
¿Hay que aprender a rendirse a lo que conviene, tomarse una buena dosis de Prozac cada mañana antes de salir a la calle por miedo a que lo que podamos encontrar nos despierte de verdad? ¿Mejor prevenir que curar?
No creo. O por ahora no puedo.